martes, 21 de febrero de 2012

ruta de garcilaso de la vega en toledo

   Las casas de los padres de Garcilaso de la Vega ocupaban la práctica totalidad de la acera norte (derecha de la fotografía) de la actual calle de Esteban Illán, y en este lugar, con mucha probabilidad, nació el poeta en la supuesta fecha del 30 de septiembre de 1499.
    El comendador Garcilaso de la Vega y su esposa doña Sancha, padres del poeta, compraron la casa principal en 1491 a un canónigo de Toledo, y seis años después adquirieron la situada en la esquina con la plaza de Padilla.
    En estas casas de la calle Esteban Illán vivió el poeta los primeros veintinueve años de su vida, prolongando allí su estancia junto con su mujer tres años después de la boda, hasta adquirir su propio hogar en 1528.
    A la muerte de su madre, las casas donde nació el poeta pasaron a propiedad del hermano mayor, Pedro Laso, y más tarde a los sucesores de éste, hasta que acabaron siendo vendidas en 1616 a la Compañía de Jesús. Los jesuitas las cedieron en permuta al Hospital de la Misericordia, y como tal establecimiento hospitalario se utilizaron hasta la Desamortización, en que pasaron a depender de la Diputación Provincial. Finalmente fueron derribadas en 1964, logrando salvarse solo una bella ventana gótica que en la actualidad se halla instalada sobre la puerta de la Audiencia Provincial, en la plaza del Ayuntamiento.
2.- PLAZA DE PADILLA (la evocación comunera)

    Si hay en Toledo un lugar que nos hable de la Guerra de las Comunidades, éste es de la Plaza de Padilla, surgida en gran parte por la demolición punitiva del palacio de Juan de Padilla y su mujer, María Pacheco.
    A comienzos del siglo XVI la plaza limitaba al Norte con la fachada principal de los Padilla, cuyo edificio ocupaba más de la mitad de la actual plaza, y al Este por la casa accesoria de los Lasso de la Vega, que aún deja ver la antigua portada, convertida hoy en fachada de la Facultad de Humanidades. En su interior subsiste un bello patio encolumnado que constituye un espacio garcilasiano privilegiado en el que, con un poco de imaginación, casi podemos sentir la presencia del poeta.
    Durante un tiempo, el palacio de Padilla se convirtió en foco de la rebeldía comunera y los espacios aledaños conocieron las luchas entre comuneros e imperiales. También en este lugar se nos suscita el recuerdo de un Garcilaso sumido en el dilema de optar entre los dos bandos enfrentados. 
    Tras la derrota comunera en Villalar, la viuda de Padilla logró mantener sublevada a la ciudad nueve meses más, hasta el 3 de febrero de 1522, en que se vio obligada a huir, refugiándose en Portugal.
    3.- CALLE DE STO. DOMINGO EL ANTIGUO (La lápida del error)
 En 1869 los restos de Garcilaso fueron trasladados desde su enterramiento toledano a Madrid, donde el Gobierno de la Nación proyectaba erigir un Panteón de Hombres Ilustres en la iglesia de San Francisco el Grande. La iniciativa se frustró en medio de los vaivenes políticos, de tal modo que los restos de Garcilaso quedaron en el templo madrileño durante seis años, siendo devueltos a Toledo a comienzos de 1875.
    Una vez en Toledo, la urna con los despojos de Garcilaso no retornó al sepulcro de la capilla del Rosario sino que permaneció arrumbada en la Casa Consistorial nada menos que veinticinco años, hasta que en 1900 un conserje del Ayuntamiento hizo observar al alcalde la existencia de la reliquia. Poco después, los restos eran reintegrados solemnemente a la capilla de San Pedro Mártir, con cuyo motivo el municipio instaló una lápida —“la lápida del error”— el 17 de agosto de 1900 sobre el muro de la equivocada casa natal del poeta.
4.- PLAZA DE SAN ROMÁN (El sepulcro del poeta)

    La plaza donde se erigió en 1995 el monumento a Garcilaso, obra del escultor toledano Julio Martín de Vidales, es el enclave toledano que mejor evoca la memoria del poeta, pues, como una metáfora del ciclo de su biografía, se sitúa entre el lugar donde se alzó su casa natal (en la vecina calle de Esteban Illán) y la iglesia conventual de San Pedro Mártir, que contiene su sepulcro.
    En la época de Garcilaso esta plaza estaba ocupada por el Hospital de la Misericordia. Por su parte, el convento de San Pedro Mártir presentaba un aspecto muy diferente al que hoy podemos admirar, ya que sus trazas actuales datan de 1605, setenta años después de la muerte del poeta.
    El convento dominico era el más influyente de la ciudad y albergaba a unos sesenta frailes, entre los que se escogían los principales consultores de la Inquisición. En el convento profesó como fraile uno de los hijos de Garcilaso, Pedro de Guzmán, y también su hermano Francisco.
    En la capilla del Rosario reposan los restos del poeta y puede contemplarse el retrato más fidedigno que conocemos de él: la estatua de su sepulcro. Éste lo componen las esculturas orantes del poeta y de su hijo Íñigo de Guzmán, encargadas por la esposa de Garcilaso en 1555, tras la muerte de Íñigo en batalla contra los franceses.
    Los señores de Batres (familia materna de Garcilaso) pertenecían al ilustre linaje de los Guzmán y, por lo tanto, emparentaban con Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), el fundador de la Orden de los Dominicos.
    Garcilaso dispuso en su testamento que debía ser enterrado en aquella capilla “de mis agüelos”, pero advirtiendo que, “si muriese pasada la mar”, le dejasen donde le enterraren. Conforme a su voluntad, fue sepultado en Niza, pero su esposa doña Elena dispuso el traslado de sus restos a Toledo, a donde los trajeron dos años después de su muerte, en 1538.
5.- PALACIO DE FUENSALIDA (la corte de la Emperatriz)

    El palacio de los Condes de Fuensalida compartió con el alcázar el honor de ser la residencia de la Emperatriz Isabel de Portugal durante el tiempo que ésta permaneció en Toledo ejerciendo de virreina, desde 1526 a 1539.
    Las incomodidades del viejo alcázar motivaron que la Emperatriz se acogiera a la hospitalidad de los condes de Fuensalida, de modo que el palacio pasó a convertirse en sede oficiosa de la corte, y como tal allí rendiría Garcilaso sus visitas a la Emperatriz en su faceta de hombre de palacio primero y luego como enviado del virrey de Nápoles.
    El palacio, construido en 1440, es uno de los más bellos ejemplos de arquitectura civil toledana y ostenta en la portada gótica los leones pasantes que constituyen el escudo de los Ayala.
    Al decir del embajador de Venecia, Andrea Navaggero, “las principales casas de Toledo son las de los Ayala y Silvas, que son enemigos y traen dividida en bandos la ciudad; el jefe de la casa de los Ayala es el Conde de Fuensalida, que no tiene grandes rentas: el que hace cabeza de los Silvas es don Juan de Rivera, que es muy rico…”
    En este marco debemos ubicar algunos interesantes episodios de la vida de Garcilaso, como la narración que debió de realizar a la reina sobre su viaje a Italia, con motivo de los actos de la coronación imperial. También cuando la Emperatriz le encomendó la misión de viajar a Francia para felicitar al rey Francisco I y a doña Leonor, hermana del Emperador, por su reciente boda, y de paso espiar los movimientos estratégicos del rey francés. Y asimismo, también en este palacio hemos de imaginar a la Emperatriz furiosa contra nuestro poeta a cuenta de su presencia como testigo en la boda no autorizada entre un sobrino de Garcilaso y la heredera de los Alburquerque. Como castigo por este hecho, estando ya Garcilaso en Ratisbona, el Emperador desterró a Garcilaso tres meses a una isla del Danubio.
   6.- PLAZA DEL AYUNTAMIENTO (ventana, consistorio y catedral)


    Con tanto que admirar en la bella plaza del Ayuntamiento, nosotros fijaremos primero la atención en la fachada de la Audiencia Provincial, donde se sitúa una bella ventana gótica que es el único resto sobreviviente de la demolida casa natal de Garcilaso, en la Calle Esteban Illán. El resto de la portada, datable a fines del siglo XV, procede del derribo de la casa de los Peromoro, vecinos de Garcilaso.
    El poeta conoció una Catedral y un Palacio Arzobispal no muy diferentes a los que hoy vemos; en cambio, el Ayuntamiento era completamente distinto al actual, reconstruido a fines del siglo XVI. Asimismo, en medio de la plaza se alzaba la sede del poderoso colegio de Escribanos Públicos, un granero de la catedral y once pequeñas casas.
    En el siglo XVI la catedral era el centro de un inmenso poder que sorprendía a cuantos extranjeros visitaban la ciudad. El embajador veneciano Andrea Navaggero, dejó anotado lo siguiente: “…Los amos y señores de Toledo, principalmente de las mujeres, son los clérigos, que tienen hermosísimas casas y gastan y triunfan dándose la mejor vida del mundo, sin que nadie les vaya a la mano, (…) por lo que puede decirse que es ciertamente la iglesia más rica de la cristiandad y que tiene más rentas el Arzobispado y la Catedral que la ciudad toda.” Entre esos canónigos se encontraba don Pedro de la Peña, al que Garcilaso instituye como albacea testamentario y que probablemente tuvo a su cargo la educación del poeta, a título de preceptor, junto con su ayo, el caballero don Juan Gaitán.
    La tensión, crónica en Toledo, entre lo civil y lo eclesiástico, se pone de manifiesto en el cuaderno de peticiones que el municipio presenta a las Cortes de 1532: “Iten, que sus majestades saben la grandeza de la Santa Iglesia de esta ciudad, y el mucho número de iglesias, monasterios y hospitales que en ella hay (…) Los cuales están largamente dotados y proveídos de más de lo necesario, y si no se atajase el crecimiento de ello sería la total destrucción de la ciudad”.
    El propio Garcilaso dejó entrever su prevención contra la Iglesia, estipulando que si la Cruzada se entrometía en las cláusulas de su testamento, las mandas y legados pasasen a poder de su esposa.
7.- PASADIZO DE BALAGUER (la casa de su ayo Juan Gaitán)

    El conocido como Pasadizo de Balaguer fue en su origen un paso abierto por el uso a través de un antiguo palacio derruido que perteneció al curador (tutor legal) y probable ayo de Garcilaso, don Juan Gaitán, quizá la persona que más influyó en su formación caballeresca.
    Los jóvenes de la nobleza recibían la esmerada educación que correspondía a su clase mediante un preceptor y un ayo. El primero solía ser un clérigo que los instruía en los saberes al uso, mientras que el papel de ayo lo desempeñaba un caballero de notoria calidad en sus hábitos de vida, pues su función era la de servir de guía y ejemplo al educando.
    Es probable que el preceptor de Garcilaso fuese el canónigo de la catedral don Pedro de la Peña, que llegó a ser juez y vicario general. En cuanto al que seguramente fue ayo de Garcilaso, don Juan Gaitán, se trató de un letrado de gran instrucción, caballero de la Orden de Santiago, Corregidor de Málaga y antiguo contino real.
    Juan Gaitán intervino como tutor legal de Garcilaso, por ser éste menor de edad, en el proceso que se le abrió con motivo de los sucesos del Hospital del Nuncio.
    La que fue casa de Juan Gaitán tenía su puerta principal en la Plaza del Consistorio y otra puerta accesoria de estilo gótico en la Calle de la Ciudad, que aún podemos ver. El edificio lindaba, pared con pared, con el convento de la Trinidad, lo que permitió a Juan Gaitán y a su familia escapar de sus perseguidores durante los alborotos de las Comunidades, practicando un boquete en la medianería.
    Tras la guerra comunera, en la que Gaitán militó activamente en el bando derrotado, se le instruyó el correspondiente proceso, pero el ayo y curador de nuestro poeta no llegó a conocer el veredicto, pues la muerte lo alcanzó en la cárcel de Valladolid, en 1523, antes de que éste se dictase.
8.- PLAZA DE AMADOR DE LOS RÍOS (incidente en el Hospital del Nuncio)

    Al fondo de una corta calle sin nombre y sin salida se halla la puerta del llamado Hospital del Nuncio, que fue escenario en 1519 de un incidente violento entre Garcilaso y algunos miembros del cabildo catedralicio.
    El hospital había sido fundado en 1483 por el canónigo Francisco Ortiz, nuncio apostólico, para acogida de treinta y tres dementes y trece niños expósitos. El estatuto fundacional establecía un triple patronazgo, para el que fue elegido el hermano de Garcilaso, Pedro Lasso, en representación del Ayuntamiento. Pero el representante de la Catedral se opuso a compartir su cargo con los otros, lo que provocó que un grupo de gente armada, con Garcilaso a la cabeza, entrasen en el hospital enarbolando sus armas y expulsaran violentamente al rector y a los capellanes.
    Tras el juicio instruido sobre el caso, Garcilaso fue condenado a una pena de destierro “desta ciudad y sus arrabales por tres meses” y “al perdimiento de las armas que llevó al dicho ruido” así como al pago de las costas, que ascendieron a 4.000 maravedíes. La sentencia, no obstante, se emitió sin la comparecencia de Garcilaso, que se hallaba huido de Toledo. 
    Dos días después de conocida la sentencia, Juan Gaitán, en su papel de tutor legal de Garcilaso, presentó un escrito de apelación en el que expresaba su voluntad de recurrir ante sus Altezas y los Señores de su muy alto Consejo.
El resultado de la apelación es una incógnita, y la duda de si Garcilaso llegó o no a cumplir la condena es otra de las incertidumbres que difuminan la biografía del poeta.
    Pasado el tiempo, a este hospital del Nuncio vino a terminar sus días (en la ficción) el Don Quijote apócrifo de Avellaneda, tras el que muchos han supuesto la mano de Lope de Vega o la de alguno de los autores de su entorno. De esta manera, el edificio del Nuncio Viejo, del que todavía subsiste su portada y uno de sus patios, suscita el recuerdo de tres grandes literatos: Garcilaso, Cervantes y Lope de Vega.
9.- CALLE DE LOS ALJIBES (La casa matrimonial)

    En la esquina de la calle de Los Aljibes con la de Las Tendillas se mantiene en pie una sencilla fachada que en nada sugiere su ilustre pasado, cuando en el siglo XVI formó parte de las casas que habitaron Garcilaso de la Vega y su mujer doña Elena de Zúñiga.
    Dos años después de su boda, todavía Garcilaso y Elena seguían viviendo en el hogar materno, a causa de la escasez de viviendas que la presencia de la corte ocasionaba en una ciudad de limitado espacio y en progresivo crecimiento.
    Su emancipación llegó el 11 de marzo de 1528, cuando Garcilaso y Elena pudieron adquirir por fin, muy cerca de la casa familar, “unas casas principales y otras junto a ellas”, cuyos restos subsisten todavía en la calle de Los Aljibes (centro de la fotografía).
    El vendedor fue un jurado municipal, probable converso, llamado Antonio de Cepeda y a juzgar por el alto precio pagado por las casas, 550.000 maravedís, no desmerecerían en calidad de las de sus relevantes vecinos, los condes de Peromoro, cuya puerta principal (hoy en el Ayuntamiento) se situaba al fondo del callejón aledaño.
    En este espacio domestico vivieron Garcilaso y doña Elena el tiempo que pasaron juntos, que no fue mucho, pues apenas un año después de adquirir las casas comenzó el gentilhombre su actividad viajera. Su oficio de cortesano de Carlos V y más adelante lugarteniente de armas del virrey de Nápoles, lo mantendrá mucho tiempo alejado del hogar.
    Elena de Zúñiga era una de las damas de doña Leonor de Austria, hermana de Carlos V, y todo sugiere que su matrimonio fue uno de tantos enlaces basados en el acostumbrado convenio de intereses.
    Garcilaso viajaba a Toledo desde Nápoles cuando sus ocupaciones se lo permitían, pasando junto a su mujer unos pocos meses en cada ocasión. La última vez que Elena y Garcilaso estuvieron juntos fue a mediados de abril de 1534, sin sospechar que se estaban diciendo adiós para siempre. Seguramente hacían planes para trasladarse a Nápoles, a instancias del Virrey. Pero no pudo ser. Garcilaso murió en octubre de 1536, cuando se cumplían diez años de su matrimonio.
10.- PLAZA DE SANTA LEOCADIA (La parroquia de Garcilaso)

    Garcilaso consideró a la iglesia de Santa Leocadia su parroquia a partir de 1528, cuando se instaló con su mujer en la casa de la calle de los Aljibes. Abundan los documentos en que se alude a si mismo como parroquiano de Santa Leocadia, en un signo de satisfecha autoafirmación, pues esas casas constituían la base de su incipiente mayorazgo.
    En su testamento deja dispuesta una limosna de cera para el Santo Sacramento en “mi parrocha de Santa Leocadia”; asimismo ordena una limosna para casar huérfanas que sean parroquianas de Santa Leocadia, con la advertencia de que, si no las hubiere, se utilice para casar de Cuerva o de Batres las que faltaren de “mi parrocha”; y también dedica limosna a personas pobres, así hombres como mujeres, en “mi parrocha de Santa Leocadia”. 
    El barrio de Santa Leocadia se articula en torno a su encantadora plaza, pero debemos considerar que en la época de Garcilaso el espacio lo ocupaba en su mayor parte el cementerio parroquial. El convento tenía la apariencia típicamente toledana, formado por la agregación sucesiva de casas, entre ellas la del infante Don Juan Manuel, autor de “El conde Lucanor”.
    A finales del siglo XVI el convento fue muy reformado con el legado de la dama portuguesa María de Silva, que fue dama de la Emperatriz Isabel de Portugal, al igual que Isabel Freyre, la mítica amante de Garcilaso y Beatriz de Sá, la esposa de su hermano Pedro Laso, y en opinión de la investigadora Carmen Vaquero, su secreto amor toledano.
    En las inmediaciones de este lugar, en la actual plaza de Las Capuchinas, tenían su casa los padres de Guiomar Carrillo, la joven amante que dio a Garcilaso su primer hijo. No llegaron a formalizar su matrimonio por la adscripción comunera de la familia de Guiomar, que suponía un obstáculo insalvable para las aspiraciones de Garcilaso.
    En la vida amorosa de Garcilaso pueden rastrearse al menos cinco huellas femeninas. En su testamento nos habla de Elvira, una plebeya moza extremeña cuyo efímero amorío pagó con diez mil maravedís de olvido. Se le han supuesto amores con la desdeñosa Isabel Freire, dama de la Emperatriz Isabel; tal vez haya que incluir a su cuñada Beatriz de Sá, segunda esposa de su hermano Pedro Laso, a la que supuestamente amó con remordimiento hasta después de muerta; y, finalmente, la desconocida sirena napolitana que le hará pagar su apasionado idilio con el infierno de los celos.
11.- MURAL JUNTO AL RÍO (las ninfas del Tajo)

    Junto al puente de San Martín, en un paraje pintoresco elevado sobre la hoz del Tajo, se instala un mural de azulejos con versos de la Égloga III de Garcilaso:
“Pintado el caudaloso río se vía
que en áspera estrecheza reducido
un monte casi alrededor tenía”…
    El tapial donde se exhiben los versos son los restos de la vieja muralla que cercaba el barrio de la judería. A pocos metros, una empinada senda desciende hasta la orilla del río. Allí, junto al agua, se despliega el mundo bucólico de Garcilaso, en el que las orillas del abrupto Tajo se trasforman por la magia su égloga III en ámbito mitológico de ninfas y palacios sumergidos de cristal.
    Cuatro hermosas ninfas —Nise, Filódece, Dinámene y Climene— emergen cortando “el agua clara con lascivo juego” y se tienden en la orilla umbrosa a tejer tapices de oro “que el felice Tajo envía” con temas de la mitología clásica: Filódece, el mito de Orfeo y Eurídice; Dinámene, el de Apolo y Dafne; Climene, el de Venus y Adonis. Pero la cuarta ninfa, Nise, no teje un asunto clásico sino la muerte de Elisa, trasunto de Isabel Freire, (¿tal vez Beatriz de Sá, su cuñada?), la amada del poeta, a la que llora un coro de silvestres diosas mientras desparraman sobre ella “cestillos blancos de purpúreas rosas”.
    La pintura garcilasiana del Tajo conmovió la sensibilidad de Miguel de Cervantes, que hace decir a Don Quijote con transparente emoción: “Mal se te acuerdan a ti, ¡oh Sancho!, aquellos versos de nuestro poeta donde nos pinta las labores que hacían allá en sus moradas de cristal aquellas cuatro ninfas que del Tajo amado sacaron las cabezas, y se sentaron a labrar en el prado verde aquellas rica telas que allí el ingenioso poeta nos describe, que todas eran de oro, sirgo y perlas contextas y tejidas"...
    Pasear por las riberas toledanas del Tajo es recrear la atmósfera bucólica de la Egloga III y penetrar en el paisaje literario garcilasiano, donde “la más felice tierra de la España” se pinta con los colores de Botticelli y oye los cantos de Sannázaro, de Horacio y de Virgilio.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes, Mariam.
    La página de este blog es una copia fraudulenta de un cápítulo de un libro titulado" Rutas Literarias de Toledo", publicado en formato impreso u sujeto a derechos de autor.
    Una mención de autoría es lo mínimo que debería hacer quién pretende ser un bloguera.
    Tambięn hay una editorial detrás, que podría tomar medidas.
    Gracias

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  2. se cita el porque destierran a Garcilaso de la vega y porque???

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